España vivió, entre 1997 y 2007, un intenso período de crecimiento económico, el cual se basó en gran medida en una expansión del sector de la construcción resultado, a su vez, del hinchamiento de una espectacular burbuja inmobiliaria a lo largo de estos años. España tuvo en estos años un crecimiento del PIB que superó la media de los países más avanzados de la Unión Europea (UE-15). Esta dinámica permitió a la economía española converger en términos de renta per cápita respecto a los países centrales de la Unión Europea.
Este crecimiento económico durante el período 1997-2007 se basó en un significativo aumento de la importancia relativa del sector de la construcción dentro del PIB, resultado a su vez de las elevadas tasas de crecimiento que presenta este sector durante este mismo período en relación al resto de sectores productivos, incluyendo los servicios.
Todo ello condujo a la configuración de un modelo productivo que explosionó en 2007 y cuyas consecuencias, aun hoy, sufren, de muchas y diversas formas, la mayor parte de los ciudadanos españoles.
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